Eran cerca de las 4am. en Barcelona, llegaba al hotel y en 3 horas debía estar nuevamente en el lugar del que había venido (a 25 minutos) luego de exigir mi mente y cuerpo por más de 20 horas seguidas más una jornada igual el día anterior.

¿Por qué? participaba en uno de los programas de formación profesional/personal más intensivos, transformadores y disruptivos que conozca (StandOUT Program), había completado un formulario de 6 horas, una entrevista con Isra García y cruzado el Atlántico para estar allí; fallar no era opción. Así que si quería (y debía) llegar a tiempo, necesitaba hacer algo diferente. Pensé: “Javi: ve a dormir esa hora de sueño que te queda, pero hazlo fuera de la cama ¡en una silla! vestido y listo para salir”; era un plan brillante, aunque a esa hora cualquier cosa lo era.

¿Qué pasó? mi cerebro hizo caso omiso a las 5 alarmas de mi móvil, quizá olvidé activarlas o algún maldito pitufo me jugó una broma, aún no lo se, lo cierto es que justo a las 6:50 abrí mis ojos, vi mi teléfono y yo aún permanecía en aquella silla. Había hecho todo lo que creía posible y sin embargo había fallado. La gran mayoría de mis compañeros lo habían logrado, quizá ellos no tienen problemas con los Pitufos, pero igual, lo habían logrado y era una falta de respeto con ellos de mi parte.

Fuck Clock Alarm
Fuck Clock Alarm

Resultado: frustración nivel «¡Odin regresa el tiempo!”. Esa mañana debía tener mi mente activa, aprendiendo y creando pero ella iba una y mil veces al mismo momento cada vez acompañada de más remordimientos por no haber hecho más, por no haber tenido una mejor idea.

Lo que aprendí

  • El peso de la frustración es paralizante. Pierdes perspectiva y distorsiona la realidad a tal punto que los sentimientos post-falla causados por la frustración pueden llegar a ser aún más perjudiciales que la misma falla.
  • Fallar con nobleza es un buen indicador. Cuando se falla persiguiendo honestamente un objetivo se vuelve valioso, incluso importante. Fallar se ha convertido para mi en un indicador de avance, una notificación de estar recorriendo un camino que no había recorrido antes.
  • El problema no es fallar. Es el temor a vivir las consecuencias de tus actos lo que realmente aterra. Nos enseñaron a evitar la incomodidad, el dolor y la frustración como si fueran el demonio. Hazte amigo de las consecuencias, darán fe de tu coraje. Escucha lo que la incomodidad tiene por decir, te dará más ánimo del que crees. Camina cerca de la frustración, usualmente la encuentras en el camino del intento.
  • Las excusas no ayudan. No hay más que decir aquí, acéptalo y corrige. Una falla se convierte en error cuando la repites por la misma causa. Sé honesto contigo.

La Palmadita

  • ¿Y luego qué?. Ten agallas, sé responsable. Ahora que tienes coraje, ánimo y la satisfacción de intentarlo no hay excusas para no dar vuelta al marcador. Ponlo a favor de aquellos a quienes les fallaste y si esto no es posible, ponlo a favor tuyo. No hay más resultados posibles. «O pierdes o aprendes». Es todo.

Emprender es un boleto con escalas en la frustración.

¿Te has sentido igual en algún momento? ¿Tienes más ideas sobre cómo superar la frustración? ¿Soy el único con problemas con los Pitufos?

Comenta, muchos podríamos aprender de tu historia.

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